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posible que muramos todos por falta de un endemoniado bocado!
El «Defensor Verde», la nave más reciente de la Legión del Espacio, descendió casi un
año más tarde sobre el Palacio Purpúreo, en Fobos. Aunque una granada de gas rojo
había caído en el pequeño satélite de Marte durante el bombardeo de los medusas, el
colosal edificio no había sufrido daños. La solución neutralizadora había curado a las
víctimas del gas y éste se había disipado, combinado con sales inofensivas, hasta que el
cielo oscuro del diminuto mundo quedó libre de toda mancha rojiza. La nave se posó
sobre la plataforma de aterrizaje que coronaba la torre central purpúrea. El nuevo
comandante de la Legión bajó con expresión grave por la escalerilla, y John Star salió a
recibirlo. Concluidos los saludos contemplaron en silencio la exuberante superficie verde
del pequeño planeta, con amargos recuerdos de la última vez que habían estado juntos
en aquel lugar.
No quedan muchos rastros de la invasión comentó Jay Kalam.
No, comandante respondió John Star, esbozando una sonrisa . Ya no queda en
todo el Sistema un solo caso de locura sin curar. Y el gas rojo ha desaparecido de los
cielos. Todo eso ya es historia.
Tienes una hacienda maravillosa, John. Jay Kalam paseó la vista, admirado,
sobre el paisaje . Creo que es la más hermosa del Sistema.
Tuve que asumir esta responsabilidad contestó John Star, en tono amargo .
Pero preferiría estar otra vez en la Legión, Jay. Con Hal y Giles. Ojalá pudiera volver a
formar parte de la guardia de Aladoree.
Jay Kalam sonrió.
¿La amas, John?
John Star asintió con sencillez, en un movimiento de cabeza.
La amaba... la amo. Alimentaba una esperanza hasta esa noche, cuando utilizó el
AKKA. Entonces comprendí que había sido un necio. Ella es una diosa, Jay. Ese secreto
le confiere poder, responsabilidad. Esa noche descubrí que no dispone de tiempo para
amar...
Jay Kalam continuaba sonriendo.
¿Alguna vez se te ocurrió pensar, John, que es sólo una mujer? Aunque sea
interesante destruir un planeta, no puede hacerlo siempre. Es posible que se sienta sola.
Por supuesto asintió John Star, melancólico , debe tener otras ocupaciones.
¡Pero era como una diosa! No podía preguntárselo. De todos modos, yo nunca habría
sido el elegido.
¿Por qué piensas eso, John?
Entre otras razones, por mi apellido: Ulnar. No podría pedirle que me lo perdone.
No debes preocuparte de tu apellido, John. Para premiar tus servicios, el Palacio
Verde te lo ha cambiado oficialmente. Ahora te llamas John Star. Ésa es una de las cosas
que ella ha venido a comunicarte.
En ese momento Aladoree salió por la escotilla. Hal Samdu y Giles Habibula la
seguían. Ella miró a John Star con una expresión sería e inquisitiva. Su rostro estaba
sereno, y la clara luz del sol arrancaba milagrosos reflejos rojos, castaños y dorados de su
pelo.
Puesto que ahora el Palacio Purpúreo es la fortaleza más sólida del Sistema
explicó Jay Kalam con apresuramiento , el Palacio Verde te solicita que asumas la
responsabilidad de custodiar a Aladoree Anthar.
Si lo deseas, John Ulnar agregó la muchacha, con ojos centelleantes.
El tenía la garganta seca. Buscó una respuesta en medio de la niebla dorada que lo
rodeaba, y finalmente articuló las palabras:
Lo deseo. Pero mi nombre, al parecer, es John Star.
Excepto la mirada, todo en ella se mantuvo inalterable cuando dijo:
Yo te llamaré John Ulnar.
Pero dijiste...
He cambiado de idea. Hay un Ulnar en quien confío. Más que eso, lo...
De improviso se encontró demasiado ocupada para poder concluir la frase.
¡Ay de mí! exclamó Giles Habibula, mientras los contemplaba satisfecho . Es
obvio que somos bienvenidos. Sobre todo la niña. ¡Endemoniadamente obvio!
¡Especialmente la niña! ¡Ah!, y éste parece ser un lugar ideal para que un pobre y viejo
soldado de la Legión viva sus últimos años en paz. Si la cocina y la bodega guardan
proporción con el resto del edificio. ¡Ah! Hal, si puedes olvidar tu precioso orgullo por
todas esas medallas y condecoraciones con que Jay te abrumó desde que el Palacio
Verde lo designó comandante de la Legión, acompáñame a buscar un endemoniado
bocado para comer.
FIN
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